Todas las tardes de domingo muere una flor amarilla en los tejados.

TOMADA DE LAS REDES SOCIALES.

Poema publicado por Joaquín Sabina en el número 1 de Poesía 70: “Todas las tardes de domingo muere una flor amarilla en los tejados”.

“En el costado izquierdo
según se sube, al lado de la pena,
el transistor machaca una canción
“she loves you yé” que escapa,
que aflora entre la equis,
los unos y los doses imprevistos
del equipo local que,
con más clase,
sin embargo, ha perdido
demoliendo
tantas torres de naipes, tantos sueños
de quinielista provinciano y triste
que tendrá que volver a la oficina
el lunes a las nueve
como cada semana, renunciando
por lo pronto a la boda con smoking
y a la “luna de miel” en Maracaibo…

Que todos los domingos, mientras tanto,
tras peinarse hacia atrás una esperanza
y enjabonarse urbanamente el gesto,
tras ponerse derecha la sonrisa
de cuello arriba, por el lado izquierdo,
lleva a su novia al cine
donde explora
con estéril pasión sus blandos senos
dos horas, mientras Claudia
Cardinale, Las Vegas, el Ferrari
le hacen volver al dos (¿será posible
que un penalti deshaga tantos sueños?).

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PORTADA DEL NÚMERO 1 DE LA REVISTA POESÍA 70.

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La familia de Joaquín Ramón Martínez Sabina (Úbeda, 1949) se puede decir que era de ascendencia acomodada en época de hambre. Su madre, onubense, procedía de familia de propietarios; su padre, jienense, había visto interrumpida su vocación religiosa por la guerra civil; después consiguió trabajo como policía nacional y para 1966 era el comisario de Úbeda. El hermano Francisco, cuatro años mayor que Joaquín, también se encaminaba al oficio del padre. El garbanzo negro de la familia parecía ser Joaquín. De adolescente ya había hecho novillos amorosos con una niña de su pueblo. En el curso 1966-67, llegó a Granada con sus 17 años. Se matriculó en filología románica. Descubrió que Granada era el paraíso, comparado con Úbeda. El paraíso de la libertad, de las salidas nocturnas sin hora de regreso y de la música. Pero también el paraíso de la poesía, de la amistad sincera con el malogrado poeta Pablo del Águila y de la imponente minifalda de la británica Leslie Bennun. En la Facultad conoció a Juan de Loxa, el mayor agitador cultural de la época, que preparaba su proyecto de Poesía 70 y tenía la habilidad de convertir un recital poético en una protesta antifranquista.

POEMA PUBLICADO POR JOAQUÍN SABINA EN EL NÚMERO 1 DE POESÍA 70.

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Y a las ocho
se acostarán, por fin, en aquel mismo
cuartucho de pensión, la misma cama
de la colcha amarilla donde dejan
en desorden los últimos esfuerzos
de la tarde, que muere, del domingo,
que da paso a la noche
que amenaza
como otra muerte inmóvil, más maciza,
cuando las hojas mustias del invierno
hayan ido cayendo cenicientas,
sucias, gastadas, amarillas, viejas
hasta llenar de frío las papeleras
donde agonizan todos los recuerdos”.

SABINA, JOAQUÍN (1969), “TODAS LAS TARDES DE DOMINGO MUERE UNA FLOR AMARILLA EN LOS TEJADOS”, POESÍA 70, 1, P. 12.

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PALACIO DE LAS COLUMNAS, EN LA CALLE PUENTEZUELAS, DONDE ESTUVO LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS ENTRE 1946 Y 1977.

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