«Es inútil tratar
de aprender a besar
tan cerca ya del fin.
Esas manchas de rímel
en tus párpados gimen
y dejan cicatriz
y ya no tiene sentido
discutir quién ha sido,
de los dos,
el que empezó a flirtear
con las flores del mal
y el desamor.
(…)
Y no hay palabras que ocupen
el lugar que no supe yo llenar.
Se nos ha muerto el amor,
mejor decirnos adiós
sin llorar.
Noches de tormenta…
Olvido, lágrimas y alcohol.
Quédate tú con todo
pero déjame solo
con mi soledad.
Qué más te puedo decir,
ojalá seas feliz
sin mirar atrás.
No me arrepiento de nada,
tal vez de madrugada
piense en ti
cuando te añoren mis huesos
y me duelan los besos que te di.
Noches de tormenta…