En el año 1986, el maestro Joaquín Sabina publica su libro: “De lo cantado y sus márgenes”.
“Son las canciones que yo consideraba más dignas de leer sin música y tres o cosas más que se quedaron sin llegar a hacer canción o poema”, explica el maestro.
«Desnuda se sentía igual que un pez en el agua, vestirla era peor que amortajarla.
Me enseñó varias cosas: a querer a mi cuerpo, a jugarme la vida y a mirar a la cara.
No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Con ella descubrí que hay amores eternos que duran lo que dura un corto invierno».