Entramos de lleno en el territorio de los contrastes, la rubia se torna en morena, y el vodka con limón es sustituido por una triste cerveza sin alcohol. Ya no hay nada que contarse, o para ser más exactos, no hay ganas de contarse nada. Ese maniquí de grana y oro, al que hacía referencia en los albores de la canción, se ha tornado en un añil mal dibujado. Referencias taurinas que nos transportan rápidamente a los célebres versos de “Así estoy yo sin ti”. Así llegamos al final de este viaje fugaz, en el que la decadencia de las repúblicas soviéticas va de la mano con el apagón de la chispa del amor. Y ya nada es suficiente, las golondrinas enviudan en el balcón.