«Las cosas las hago con un altísimo grado de inconsciencia, porque mi estado natural es quedarme en la cama, en mi rinconcito».
«No escribo canciones como quien va a la oficina. Si no se me imponen no lo hago. Pero costó mucho, porque yo pasaba por una rara y mínima felicidad doméstica, y allí las canciones que a mí me gustan, que son desesperadas, no crecen. El desamor, sin ninguna duda inspira».
«Uno espera que lo que hace sea diferente a lo anterior, pero al cabo las canciones acaban pareciéndose. Uno no tiene derecho a tomarse a la ligera un oficio tan sagrado como escribir canciones. Hay demasiada basura, demasiada banalidad. Si las canciones son malas es porque uno ya no da para más».