En muchas rupturas, más o menos dolorosas, la última figura que aparece al fondo y al que casi nadie quiere ver es al notario de turno. Esa figura fría, imparcial, implacable, ejecutora que determina como se reparten los últimos escombros de la demolición sentimental. Pues bien, estando más o menos de acuerdo ha decidido no protestar esa última decisión en común. El hastío acumulado no permite apilar otra discusión más, necesita respirar, olvidar, vivir.