“Yo, que he vivido siempre confinado
en el amor, los bares, los amigos,
confieso y pongo al diablo por testigo
de que el toque de queda me ha quebrado.
Cierto es que estaba malacostumbrado
a embestir y crecerme en el castigo,
a abrazar a traición a mi enemigo,
a darle la razón a mi cuñado.
Aunque soy un amante de las curvas
peligrosas me mata y me perturba
la escandalosa curva del COVID
que sube y sube mientras todo baja,
que envenena el azar de la baraja,
que envilece la risa de Madrid”.