Gracias al documental “Pongamos que hablo de Sabina” supimos que las llaves de la casa de Joaquín las tenía medio mundo. “Todo mundo tenía llave de la casa y yo quería matar a Joaquín”, menciona Cristina Zubillaga, dentro del documental. “Decía que como fuera de casa ningún sitio y las llaves de su casa las tenía todo mundo y si no tenías la llave daba igual porque había gente siempre que no era el propietario de esa casa”, señala Javier Menéndez. “Casi todas las noches yo aparecía por su casa. “Me había dejado una llave, no era el único, éramos varios. Y era muy placentero”, cuenta Carlos Boyero. “Yo no tenía llave de la casa de Joaquín. Nunca la acepté y le dije: me parece un abuso a tu generosidad”, indica Alejo Stivel.
Pero parece que, al genio de Úbeda, el tema de las llaves de su casa, lo tenía sin cuidado.