«Como bien sabes, en “Una canción para la Magdalena” hay unos versos que dicen: “Y si la Magdalena pide un trago / tú la invitas a cien que yo los pago”.
Bueno, pues al poco de editarse el disco recibí una carta, con toda la solemnidad del mundo y sin el más mínimo sentido del humor, de un bufete de abogados de Bilbao. Y un tipo me decía: “Ayer fui al puticlub equis y estuve con la Magdalena. La invité a unas copas. Cumple tu palabra”, y me mandaba una factura.
Creo que no se la había tirado, porque eran quince mil pelas o algo así, y eso son cuatro benjamines [botellines de cava].
El caso es que le mandé el dinero con una notita y un verso de Brassens que dice: “La menor reincidencia rompería el encanto”, en otras palabras, “me encantó lo que hiciste, pero si lo vuelves a hacer, eres un zoquete”».
Sabina, J y Menéndez Flores, J. (2007). “Sabina en carne viva”, Barcelona: Ediciones B.